Una nueva tragedia sacude al estado de Benue, en el sureste de Nigeria, donde al menos 200 cristianos fueron asesinados durante la noche del 13 al 14 de junio por bandas armadas de pastores fulani. El ataque ocurrió en la misión católica de Yelwata, en la zona de Guma, donde cientos de desplazados cristianos se refugiaban tras haber sido expulsados de sus aldeas. La estructura parroquial fue arrasada y los sobrevivientes quedaron en total desamparo. “Están aterrorizados; han sufrido y presenciado violencias indescriptibles”, denunció el padre Remigius Ihyula, coordinador de la Comisión de Justicia y Paz de la diócesis de Makurdi.
Las víctimas, entre ellas mujeres, niños y ancianos, fueron quemadas vivas, apuñaladas o ejecutadas a tiros mientras dormían. El padre Ihyula explicó que esta comunidad había encontrado refugio en la parroquia de San José, donde esperaban reconstruir sus vidas. Sin embargo, el ataque fue directo, premeditado y devastador. “Los sobrevivientes lo han perdido todo: alimentos, ropa, colchones, medicamentos… Están en una situación desesperada”, afirmó el sacerdote, quien ha denunciado que esta masacre forma parte de una violencia sistemática y organizada.
Desde la Iglesia local se ha advertido que estos ataques no son hechos aislados. El padre Ihyula sostiene que se trata de una campaña prolongada con motivaciones religiosas y políticas. “Aquí vivimos un goteo constante. Un día matan a tres personas, otro a diez. Las bandas fulani están impulsadas por una ideología islamista; quieren conquistar tierras cristianas y fundar un Estado islámico”, aseveró. También criticó el enfoque de algunos medios internacionales que atribuyen estos ataques únicamente al cambio climático, calificando esa explicación como una simplificación peligrosa del conflicto.
La masacre ha despertado una ola de solidaridad internacional. El Papa León XIV expresó su dolor por lo ocurrido durante el rezo del Ángelus y pidió que prevalezcan la paz y la justicia en Nigeria, especialmente en comunidades rurales como Benue, víctimas frecuentes de esta violencia. “Rezo para que la seguridad, la justicia y la paz prevalezcan en Nigeria”, expresó el Pontífice, instando a no olvidar a quienes sufren en silencio.
El padre Ihyula, quien ha intentado entablar diálogo con los fulani en el pasado, lamentó que siempre hayan rechazado cualquier acercamiento. A pesar de la desesperanza, la Iglesia local continúa brindando asistencia a los sobrevivientes, haciendo un llamado urgente a la comunidad internacional para que intervenga y apoye a las víctimas de esta brutal campaña de violencia contra los cristianos en Nigeria.